lunes, 1 de septiembre de 2008

8ª ETAPA: GOLMUD-LAGO QUINGHAI














































8ª ETAPA: GOLMUD-LAGO QUINGHAI

Para la larga jornada de hoy, de casi 700 kms., madrugamos más de lo habitual para desayunar a las siete de la mañana y estar en ruta a las ocho. La primera parte de la ruta transcurre atravesando el desierto del Gobi en su extremo sur, en dirección este, por interminables rectas de buen asfalto, con las cumbres nevadas a nuestra derecha; también nos encontramos algún pequeño tramo en obras, y ya se sabe, excursión por el campo. Hace fresquito y avanzamos rápidamente hasta que una cámara fotográfica se sale del bolso de la cazadora; después de recogerla, así como la batería que se había salido e iniciar la marcha, nos damos cuenta de que falta la memoria. Más de media hora de infructuosa búsqueda nos retrasa algo las previsiones, algunos cientos de fotos perdidas que no se verán jamás; afortunadamente cada uno lleva su cámara, aparte de dos de vídeo.

El día es bueno y la carretera también, podemos recuperar el tiempo perdido. Pasamos dos puertos de más de 3.400 metros de altitud, en los que siempre el asfalto deja mucho que desear y hay que andarse con cuidado; adelantamos a varios grupos de motoristas que vuelven del Festival, así como a numerosos todoterreno que han competido en diversas pruebas.

Esta parte de China que atravesamos, es predominantemente mongola, con un 70% de población, siendo el 30% restante, tibetana. Cuando el desierto deja paso a verdes praderas, comienza a verse toda esta población y sus coloridos ropajes y hábitos azafrán de los numerosos monjes que aparecen a nuestro paso; así como las telas de colores colgadas en pirámides al viento para extender sus oraciones.

Paramos a comer en una pequeña población llamada Dulan, donde aprovechamos para repostar (con regadera), antes de seguir ruta con destino al lago; en el camino nos encontramos primero con infinidad de enormes rebaños trashumantes, con los típicos pastores a caballo, en burro y los carros para trasportar sus “gers”, tiendas mongolas tradicionales, generalmente circulares, que van montando en su peregrinaje nómada; a muchos ya se les puede ver con pequeñas motocicletas en las que no es raro ver a una familia completa.

Poco después con lo que nos topamos es con grandes manadas de camellos que cruzan la carretera con absoluta parsimonia, cosa que agradecemos y aprovechamos para hacer fotografías.

Seguimos carretera, ahora ascendiendo un precioso puerto de 3.817 m., considerable altura que no se nota, pues estamos atravesando la meseta central a 3.000 m. Nada más descender empiezan a aparecer los primeros yacks, que nos acompañarán durante el resto de la etapa. Antes de llegar tuvimos que atender a una pareja de lugareños, que con su pequeña 125, quisieron salir de un camino antes de nuestro paso y se pegaron una soberbia talegada, por fortuna sin consecuencias. (en otro capítulo os contaremos como se conduce por estas latitudes y otras costumbres y curiosidades).

Llagamos al lago Quinghai, nuestro destino, a las siete de la tarde, si bien lo estábamos bordeando desde hacía muchos kilómetros; este es el mayor lago de agua salada del mundo después del mar Muerto, con una extensión de 5.694 kilómetros cuadrados, y vamos a dormir en su extremo más occidental, en un hotel que está en la misma orilla, en una pequeñísima aldea que pretenden sea destino turístico! a su manera… Para atravesar la calle principal, y única, que conduce a su orilla, cobran. No sabemos cuánto porque con las motos nos hemos buscado la vida para llegar por el campo.

Mañana atravesaremos las montañas verdes que tenemos a nuestras espaldas con destino Xining.

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