miércoles, 20 de agosto de 2008


Me pongo a escribir desde la planta 15ª de un hotel en Shangai, cuando hace exactamente 24 horas que llegamos a esta increíble capital de la costa de China, un inmenso dragón que nos ha engullido nada más llegar; 24 horas que deberían haber sido 35 si no fuera por los retrasos inesperados de Air France, ya que el avión que salió de Barajas se retrasó una hora, lo justo para llegar al enlace en París con las puertas del avión cerrándose; siguiente vuelo siete horas después; siete horas sin salir de la zona de embarque y somos los primeros en hacerlo por lo que pudiera pasar, que no fue otra cosa que una avería en el avión acelerando motores para despegar que nos retuvo dentro del mismo durante tres horas, tres horas a 38º, sin aire acondicionado, las azafatas repartiendo agua y sentaditos en el asiento para coger postura para las doce horas de viaje que nos quedaban, ¡si conseguían arreglar la avería! Nos veíamos en un hotel de París hasta el día siguiente y en otro vuelo, pues no había avión de repuesto.

Por fin al cabo de esas tres horas nos vimos sobrevolando la “Ciudad de la Luz” con el pensamiento puesto en China, y en que el avión no nos la jugara de nuevo.

Hoy hemos deambulado por nuestra cuenta visitando todo lo posible de esta imponente ciudad que es Shangai, que combina, a la fuerza, el tipismo de la antigua China con el mayor modernismo imaginable, los “hutong”, míseros callejones donde se hace la vida sin casi nada y prácticamente en la calle, con los más altos y modernos rascacielos del mundo; el enjambre de destartaladas bicicletas que cargadas con toda la familia o con una imponente carga de todo lo imaginable, hacen maniobras imposibles entre en tráfico abrumador de coches, camiones, autobuses y sobre todo taxis, lo mismo por callejas estrechas que por las grandes y modernas avenidas que cruzan la ciudad en todos los sentidos. Bicicletas, ciclomotores y motos de pequeña cilindrada, motos motos, no hemos visto más que una, una antigua Chanjian, copia china de las primeras boxer de BMW; ya tenemos ganas de llegar a Xining e impacientes por coger nuestras compañeras de viaje que nos están esperando, unas flamantes GS-800, BMW de pata negra.
Hoy hemos paseado por el Nanking-Donglu, la mina de oro del comercio chino, con una calle principal de más de mil tiendas, de todos los estilos y tamaños, y con su preciosista iluminación nocturna; Hemos disfrutado de una “mejorable” vista de la ciudad, y digo mejorable porque la niebla/polución no nos ha abandonado en todo el día, desde los 500 m. de altura del Jim Mao, hasta hace poco el 2º edificio más alto del mundo, después de las torres “Petronas” de Kuala Lampur y ahora por el precioso rascacielos recientemente terminado en la parcela de enfrente, aquí en el “Pudong” de Shangai, el barrio ultramoderno creado de la nada en muy pocos años.

Mañana seguiremos en esta imponente ciudad de Shangai y tendremos los primeros contactos con los organizadores del Festival de la Moto de Xining, para preparar el viaje a esa ciudad del centro de China donde iniciaremos la esperada travesía en moto y los actos de homenaje y hermanamiento previstos y así hablaros más de viajes, pero de viajes en moto.

Mariano Parellada
Club Turismoto

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos desde XiXion